Creo que en mi entorno conozco
más búhos nocturnos que gallos que anuncian el amanecer. La mayoría de mis
amigos y conocidos no son de madrugar. Es más, dejan todo para las últimas
horas de la noche cuando su creatividad comienza a aflorar. No es que sea
incorrecto. Cada persona tiene su propio ritmo. Sin embargo, existe algo
llamado “ritmo circadiano”, un periodo de tiempo de entre 20 y 28 horas en el
que se repiten ciertas funciones metabólicas. El reloj circadiano en los
mamíferos se localiza en el núcleo supraquiasmático (NSQ), un grupo de neuronas
del hipotálamo medial. Su actividad es modulada por factores externos,
fundamentalmente la variación de luz. Existe una serie de procesos biológicos
que están subordinados al ciclo circadiano y, por ende, a la cantidad de luz
que hay en el ambiente. Es interesante que además se considera que el ciclo
circadiano cambia según estaciones (ritmos circanuales). Recordemos que cuanto
más nos adecuamos a nuestro diseño biológico, más se beneficia nuestro
organismo. Unas generaciones atrás, la gente se dejaba guiar por el Sol.
Despertaba con el amanecer (o incluso antes) y cesaba sus actividades con el
atardecer. Es cierto que hoy en día la agenda llena de actividades diarias nos
obliga a seguir sumamente activos incluso mucho después de que ha desaparecido
el Sol en el horizonte. Pero, ¿quién llena esa agenda? ¿Acaso, en la mayoría de
los casos, no somos nosotros mismos? Sí, hay una cantidad de responsabilidades
que tenemos de por sí. Pero también hay una cantidad de actividades que nos
autoimponemos. Así que sincronizar nuestra vida al ciclo solar requerirá de un
conjunto de modificaciones en nuestras costumbres. Y cada modificación requiere
de tiempo y esfuerzo… como toda cosa que vale la pena en esta vida ;) Se puede
comenzar por tratar de despertarse más temprano. Esto es importante hacerlo de
forma suave y progresiva, quizás despertándose 15 minutos más temprano un día y
hacer de ese el horario de despertarse cada día, hasta que el cuerpo se
acostumbre. Luego disminuir otros 15 minutos y luego otros 15 minutos y así
sucesivamente hasta llegar a la hora deseada. Claro, si la noche anterior nos
vamos a dormir muy tarde, lo único que hacemos al ir despertándonos más
temprano es quitarle horas de sueño a nuestro cuerpo y esa no es la idea.
Analizar qué es lo que nos mantiene despiertos hasta tarde es un punto muy
importante. Seamos honestos con nosotros mismos: ¿de verdad necesitamos
quedarnos despiertos hasta tan tarde? Sí, hay ocasiones especiales en las que
uno se queda despierto más tiempo que de costumbre. Pero, ¿se ha vuelto una
costumbre en nuestra vida dormir tarde cada noche? Si así es, analicemos qué es
lo que nos mantiene despiertos hasta tan tarde y qué factores se pueden
modificar. Difícilmente se puede uno levantar temprano si a lo largo del día se
toman tazas y tazas de café u otras bebidas estimulantes. El cuerpo pedirá
descanso y literalmente impedirá que uno despierte temprano. Así que es bueno
no abusar de dichas bebidas durante el día y mucho menos al acercarse la hora
de acostarse. ¿Un punto más? Mejor es levantarse al escuchar la alarma.
Olvidarse del “cinco minutos más” porque eso solo lleva a quedarse más tiempo
en la cama. Cuanto antes uno sale de ella, más puede aprovechar la mañana para
actividades que más concentración y esfuerzo requieran e ir mermando la
intensidad de las actividades a lo largo del día, de forma tal que cuando
llegue la noche estemos listos para un reparador descanso luego de un día pleno
y productivo.
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