domingo, 15 de julio de 2012

HTA

Hipertensión arterial. Una de las enfermedades crónicas no-transmisibles más comunes, probablemente la más común. La presión arterial es la fuerza que la sangre ejerce contra las paredes de los vasos sanguíneos a su paso. Esta se mide en mm de Mercurio (mm Hg). La presión considerada óptima es de 120/80 mm Hg (siendo el primer valor la presión sistólica -la medida cuando el corazón se contrae- y el segundo valor la presión diastólica –la medida cuando el corazón se relaja-). Si la presión sistólica está entre 120 a 130 y la diastólica entre 80 y 85 se considera “normal”, pero valores por encima de 140/90 mm Hg se consideran elevados. Cuando la presión arterial está elevada, se dice que la persona sufre de hipertensión arterial o es hipertensa. Esta presión extra hace que el corazón, las arterias y los riñones hagan un esfuerzo extra, lo cual aumenta el riesgo de sufrir un derrame cerebral, un infarto de corazón, una insuficiencia renal o una insuficiencia cardíaca. Aun cuando la HTA es tan perjudicial, en general no presenta síntomas propiamente dichos. Es por eso que el chequeo médico regular es tan importante, especialmente si ya hay casos de HTA en la familia. Así se puede monitorear cómo está la presión arterial y actuar acorde. Si se nos diagnostica HTA, ¿qué se puede hacer? En la mayoría de los casos, la HTA no tiene cura. Es una enfermedad crónica, o sea que la tendrá durante el resto de su vida. Lo que sí puede hacerse es mantener la presión arterial bajo control. Elegir conscientemente un estilo de vida saludable es la norma: una alimentación saludable con una reducción de la ingesta de sodio y un aumento en la ingesta de potasio, calcio y magnesio, una vida físicamente más activa y el manejo del estrés junto con cumplir las indicaciones del médico en cuanto al consumo de medicamentos ayuda a bajar la presión. Si uno es fumador, se recomienda dejar de fumar y si uno consume bebidas alcohólicas, se recomienda moderar su consumo. Ahora hablemos más detalladamente de los tres primeros aspectos mencionados. En primer lugar, la alimentación. No solamente se debe disminuir (o evitar por completo, dependiendo de cuán elevada esté la presión) el consumo de la sal de mesa y la de cocina, sino también el consumo de alimentos que contienen una alta cantidad de sodio: embutidos, jamones, quesos duros y de rallar, manteca, margarina, aderezos comerciales para ensalada, salsa de soja, alimentos enlatados, alimentos congelados, sopas en sobres, calditos deshidratados, productos de copetín, edulcorantes a base de sacarina o ciclamato, etc. Es mejor elegir lácteos descremados, vegetales de hoja verde, frutas secas y frutas frescas: alimentos que ayudan a bajar la presión arterial. Además, es recomendado elegir los cortes magros de las carnes y remover toda grasa visible de las mismas. Al cocinar, preferir las preparaciones al horno, a la parrilla, a la plancha, al vapor o hervido. También es importante reservar el uso del aceite para la parte final de la cocción y utilizarlo con moderación. Ahora bien, ¿qué se puede hacer para darle sabor a las comidas sin usar sal? Utilizar alimentos como cebolla, ajo o locote/morrón y condimentos como orégano, laurel, azafrán, comino, paprika, curry, jengibre y demás ayuda a resaltar sabores sin el uso de la sal. Un punto muy importante es aprender a leer la etiqueta nutricional. Según los estándares chilenos, se considera que un alimento es un bajo aportador de sodio cuando tiene menos de 200mg de sodio por porción y un gran aportador cuando tiene  más de 400mg de sodio por porción. Según los estándares argentinos, se considera que un alimento es muy bajo aportador de sodio cuando por cada 100g del alimento aporta menos de 40mg de sodio y un bajo aportador cuando aporta entre 40 a 120mg de sodio por cada 100g de alimento. Lo ideal es buscar que el alimento a ingerir aporte menos de 140mg de sodio por porción. Con respecto a llevar una vida más activa, los ejercicios ayudan a normalizar la presión arterial. Una caminata diaria de unos 30min es lo recomendado. Aun así, se debe consultar con el médico de cabecera antes de empezar una rutina de ejercicios. Con respecto al estrés, debemos de buscar maneras de disminuir el estrés de nuestra vida diaria. Ya sea encontrar un hobby, hacer ejercicios de relajación, consultar con un psicólogo, hablar con amigos/as, pasar tiempo con la familia, leer un buen libro… sea lo que sea, es necesario encontrar la manera de canalizar el estrés de manera tal que no afecte a nuestro cuerpo negativamente. O que nos afecte lo menos posible. La HTA no es un asunto trivial, pero tampoco tiene que ser una catástrofe. Siguiendo los consejos médicos y nutricionales se puede mantener controlada la presión arterial.

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