Hipertensión arterial. Una de las
enfermedades crónicas no-transmisibles más comunes, probablemente la más común.
La presión arterial es la fuerza que la sangre ejerce contra las paredes de los
vasos sanguíneos a su paso. Esta se mide en mm de Mercurio (mm Hg). La presión
considerada óptima es de 120/80 mm Hg (siendo el primer valor la presión
sistólica -la medida cuando el corazón se contrae- y el segundo valor la
presión diastólica –la medida cuando el corazón se relaja-). Si la presión
sistólica está entre 120 a 130 y la diastólica entre 80 y 85 se considera “normal”,
pero valores por encima de 140/90 mm Hg se consideran elevados. Cuando la
presión arterial está elevada, se dice que la persona sufre de hipertensión
arterial o es hipertensa. Esta presión extra hace que el corazón, las arterias
y los riñones hagan un esfuerzo extra, lo cual aumenta el riesgo de sufrir un
derrame cerebral, un infarto de corazón, una insuficiencia renal o una
insuficiencia cardíaca. Aun cuando la HTA es tan perjudicial, en general no
presenta síntomas propiamente dichos. Es por eso que el chequeo médico regular
es tan importante, especialmente si ya hay casos de HTA en la familia. Así se
puede monitorear cómo está la presión arterial y actuar acorde. Si se nos
diagnostica HTA, ¿qué se puede hacer? En la mayoría de los casos, la HTA no
tiene cura. Es una enfermedad crónica, o sea que la tendrá durante el resto de
su vida. Lo que sí puede hacerse es mantener la presión arterial bajo control.
Elegir conscientemente un estilo de vida saludable es la norma: una alimentación
saludable con una reducción de la ingesta de sodio y un aumento en la ingesta
de potasio, calcio y magnesio, una vida físicamente más activa y el manejo del
estrés junto con cumplir las indicaciones del médico en cuanto al consumo de
medicamentos ayuda a bajar la presión. Si uno es fumador, se recomienda dejar
de fumar y si uno consume bebidas alcohólicas, se recomienda moderar su consumo.
Ahora hablemos más detalladamente de los tres primeros aspectos mencionados. En
primer lugar, la alimentación. No solamente se debe disminuir (o evitar por
completo, dependiendo de cuán elevada esté la presión) el consumo de la sal de
mesa y la de cocina, sino también el consumo de alimentos que contienen una
alta cantidad de sodio: embutidos, jamones, quesos duros y de rallar, manteca,
margarina, aderezos comerciales para ensalada, salsa de soja, alimentos
enlatados, alimentos congelados, sopas en sobres, calditos deshidratados,
productos de copetín, edulcorantes a base de sacarina o ciclamato, etc. Es
mejor elegir lácteos descremados, vegetales de hoja verde, frutas secas y
frutas frescas: alimentos que ayudan a bajar la presión arterial. Además, es
recomendado elegir los cortes magros de las carnes y remover toda grasa visible
de las mismas. Al cocinar, preferir las preparaciones al horno, a la parrilla,
a la plancha, al vapor o hervido. También es importante reservar el uso del
aceite para la parte final de la cocción y utilizarlo con moderación. Ahora
bien, ¿qué se puede hacer para darle sabor a las comidas sin usar sal? Utilizar
alimentos como cebolla, ajo o locote/morrón y condimentos como orégano, laurel,
azafrán, comino, paprika, curry, jengibre y demás ayuda a resaltar sabores sin
el uso de la sal. Un punto muy importante es aprender a leer la etiqueta
nutricional. Según los estándares chilenos, se considera que un alimento es un
bajo aportador de sodio cuando tiene menos de 200mg de sodio por porción y un
gran aportador cuando tiene más de 400mg
de sodio por porción. Según los estándares argentinos, se considera que un
alimento es muy bajo aportador de sodio cuando por cada 100g del alimento
aporta menos de 40mg de sodio y un bajo aportador cuando aporta entre 40 a
120mg de sodio por cada 100g de alimento. Lo ideal es buscar que el alimento a
ingerir aporte menos de 140mg de sodio por porción. Con respecto a llevar una
vida más activa, los ejercicios ayudan a normalizar la presión arterial. Una
caminata diaria de unos 30min es lo recomendado. Aun así, se debe consultar con
el médico de cabecera antes de empezar una rutina de ejercicios. Con respecto
al estrés, debemos de buscar maneras de disminuir el estrés de nuestra vida
diaria. Ya sea encontrar un hobby, hacer ejercicios de relajación, consultar
con un psicólogo, hablar con amigos/as, pasar tiempo con la familia, leer un
buen libro… sea lo que sea, es necesario encontrar la manera de canalizar el
estrés de manera tal que no afecte a nuestro cuerpo negativamente. O que nos
afecte lo menos posible. La HTA no es un asunto trivial, pero tampoco tiene que
ser una catástrofe. Siguiendo los consejos médicos y nutricionales se puede
mantener controlada la presión arterial.
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