Conseguí estas dulzuras aquí
Las primeras evidencias de uso del
árbol de cacao (Theobroma cacao, del griego teos-dioses y broma-alimento) se encuentran en territorio mexicano, que hace mucho tiempo fue ocupado
por culturas prehispánicas. En los primeros tiempos al parecer se lo consumía
como una especie de “cerveza”. Tal “cerveza de chocolate” tendría una
importante función ritual y muy probablemente se utilizaba en las celebraciones
de matrimonios. En forma semi-líquida y líquida, el chocolate solía ser la
bebida preferida de las realezas.
Igualmente era considerado un alimento tonificante o energizante que se podía
consumir mezclado en una masa de harina de maíz mezclada con chiles y miel. De
las muestras que Hernán Cortés decidió llevarse consigo a España es de donde surge la historia del chocolate en Europa… y el resto del
mundo. Puede argüirse también que fueron misioneros jesuitas, y no exploradores
de América, los responsables de llevar por primera vez el chocolate a
Europa a través de una red internacional de conventos y
monasterios. La realidad actual es que hay muy muy muy pocas personas a
las que no les gusta el chocolate y, sea quien sea la persona o el grupo de
personas responsable de expandir el uso del cacao, estamos muy agradecidos ;) El
significado literal de la palabra náhuatl de la que (para muchos autores)
deriva la palabra chocolate (“agua agria”) poco y nada nos abre el apetito,
pero el pensar en nuestra marca favorita de chocolate seguro nos hace agua la
boca. Y es que desde la época en que se consumía como una bebida amarga y
picante las cosas han cambiado mucho. Es increíble pensar que se trata de la
misma materia prima. El chocolate negro es el chocolate propiamente dicho, pues
es el resultado de la mezcla de la pasta y la manteca del cacao con azúcar, sin
el añadido de ningún otro producto (exceptuando vainilla como aromatizante y
lecitina de soja como emulsionante). La pasta de cacao en estos chocolates debe
estar presente en una proporción del 50% o más. Los distintos tipos de
chocolate se elaboran modificando las proporciones entre sus componentes y
añadiendo otros productos a la composición básica. El chocolate con leche (en
polvo o condensada) es el derivado del cacao más popular. Se trata básicamente
de un dulce, por lo que la proporción de pasta de cacao suele estar por debajo
del 40% El chocolate blanco, estrictamente hablando, no se trata de chocolate
como tal pues carece en su composición de la pasta de cacao (la materia que
aporta las propiedades del cacao). Se elabora con manteca de cacao (por lo
menos el 20%), leche (en polvo o condensada) y azúcar. Nutricionalmente
hablando, el chocolate tiene mala fama por las calorías que aporta. Pero esto
tiene más que ver con los agregados que con el chocolate en sí y también con la
cantidad de chocolate que consumimos. En pequeñas porciones, tiene cabida
dentro de un plan alimentario balanceado. Es más, los estudios que se han
realizado relacionados con el chocolate apuntan a que el chocolate negro puede
bajar la tensión en personas hipertensas. Esto es gracias a los polifenoles
antioxidantes del cacao, concretamente los flavonoles (que parecen mejorar la
dilatación de las arterias). Cuanto mayor porcentaje de cacao tenga un
chocolate, mayor probabilidad de tener un alto contenido de flavonoles. Pero
esto siempre en pequeñas cantidades y siempre “en lugar de” y no “además de”
otros alimentos del plan alimentario. Es bueno recordar que el máximo placer de
comer un chocolate está en los dos o tres primeros bocados, así que se puede
consumir una pequeña cantidad de chocolate y concentrarse en el sabor y la
textura. Eso resulta más gratificante que engullir todo un pedazo de torta sin
siquiera prestarle atención. Disfrutar sin culpas posteriores es la consigna
cuando se trata de este “alimento de los dioses”.
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