También
conocido como Síndrome de Insulinorresistencia o Síndrome X, fue propuesto por Gerald
Reaven en el año 1988. En realidad, desde la década de los 20 del siglo pasado
que se describe la asociación existente entre diversas situaciones clínicas
como la Diabetes Mellitus (DM), la Hipertensión arterial (HTA) y la
Dislipidemia (DLP). Pero Reaven notó que estos factores tendían a ocurrir en un
mismo individuo en la forma de un síndrome en el que la resistencia a la
insulina constituía el mecanismo fisiopatológico (mecanismo de producción de la
enfermedad) básico. En 1998, un grupo consultor de la Organización Mundial de
la Salud (OMS) propuso que se denominara Síndrome Metabólico (SM). La
insulinorresistencia es un estado en el que se requieren cantidades
anormalmente mayores de insulina para provocar una respuesta normal. Esto lleva
a una hiperinsulinemia (aumento de niveles de insulina en la sangre) como
respuesta compensadora. Pero esta hiperinsulinemia, a su vez, puede llevar a
una disminución de la insulinosensibilidad con una consiguiente intolerancia a
la glucosa y posterior desarrollo de Diabetes. ¿Qué quiere decir todo esto? Que
algo con la sustancia encargada de pasar el azúcar de la sangre a las células
de nuestro cuerpo no funciona bien. Entonces nuestro cuerpo se encarga de
producir más de esa sustancia, pero se resiste más a ella por motivos diversos.
Entonces el azúcar, en vez de entrar a las células como debería, va
acumulándose en la sangre y así aumenta su nivel en ella. Ahora bien, ¿qué
causa esa insulinorresistencia? En el origen de la insulinorresistencia
intervienen factores genéticos y ambientales, siendo la obesidad la causa más
frecuente de la insulinorresistencia adquirida. El cuerpo entra en un círculo
vicioso de hiperinsulinemia e insulinosensibilidad disminuida en gran parte por
culpa del aumento de grasa en nuestro cuerpo. La razón primordial de la
obesidad es un alto consumo de calorías que luego no son gastadas
apropiadamente por llevar una vida sedentaria. Entonces, si procuramos llevar
una vida activa físicamente conjuntamente con un plan de alimentación
equilibrado y nutricionalmente adecuado para nuestro cuerpo, estamos
previniendo la resistencia a la insulina y todo lo que ella desencadena. Pero, ¿qué
pasa si ya tenemos instalada una resistencia a la insulina? ¿Qué pasa si ya
tenemos el SM? Bueno, ya vimos que hay muchas enfermedades que componen este
Síndrome, como ser la obesidad, la resistencia a la insulina, la HTA y la DLP.
Aunque un tratamiento farmacológico es muchas veces necesario para cada una de
estas enfermedades por separado, lo que sí trata a cada una de ellas es llevar
un estilo de vida saludable (cambio en la calidad de la alimentación y modificación
de los hábitos alimentarios, no abusar del alcohol ni fumar, ser activo
físicamente). Esto ayudará a que el cuerpo recupere la salud o, al menos, no
progrese en la enfermedad. Los pacientes con SM, así como todo otro paciente,
deben reconocer y aceptar el hecho de que su salud está en sus propias manos.
Los profesionales de la salud podemos ayudar hasta cierto punto a la
adquisición de una vida feliz y saludable, pero en última instancia, son las
decisiones cotidianas del paciente las que lo llevarán por buen camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario