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Autores como Plutarco,
Aristóteles, Homero y Plinio ya la mencionaban en sus obras. La Biblia la
menciona. En diversas culturas se la conoce como alimento, como ingrediente
para comidas deliciosas, como edulcorante, como medicina, como antiséptico, como
componente de cosméticos… Es realmente apreciada desde antaño. La miel es el producto
alimenticio producido por las abejas melíferas a partir del néctar de flores o
de las secreciones procedentes de partes vivas de las plantas o de excreciones de
insectos succionadores de plantas que quedaron sobre partes vivas de plantes. Las
abejas recogen, transforman y combinan con sustancias específicas propias estas
materias primas y almacenan y dejan madurar su producto en los panales de la
colmena. Normalmente las abejas liban de las flores y exudaciones vegetales que
están más próximas al panal y que la estación del año determina en mayor
abundancia. Por ende, la composición en aroma, sabor y color de la miel puede
variar por esta circunstancia. La miel de flores puede presentar distintos
aromas y sabores, según la variedad floral que predomine en la zona, pero
generalmente es de color claro. Cuando predomina el origen de exudaciones
arbóreas (miel de mielada) el color es verde pardo. Existe la llamada Jalea
Real (Papilla Real o Leche de Abeja) que es el alimento de la larva de la abeja
reina hasta el tercero o cuarto día de vida, constituido por la secreción de
las glándulas de la cabeza de abejas jóvenes y se presenta como una masa
viscosa, de aspecto lechoso, color amarillo pálido, sabor ligeramente ácido y
olor característico. Aunque se le han atribuido condiciones terapéuticas o
revitalizadoras y condicionantes de la salud, no existen estudios serios que lo
corroboren. En cuanto a composición, la miel de abeja contiene ácidos orgánicos
provenientes del néctar que sirve para formarla, enzimas provenientes de la
bolsa melífera de las abejas y un tenor vitamínico (vitamina B1, B2,
niacina y ácido ascórbico) y mineral pobre. También pueden encontrarse restos
de polen de modo que los alérgicos hacen mejor al no consumirla. Si solo nos
fijamos en esos datos, parecería que no aporta demasiados beneficios. Entonces,
¿por qué tanto éxito? Unas palabras de cautela antes de hablar de los
beneficios de la miel: no es recomendable que diabéticos, bebés menores de 1
año y personas que están procurando bajar de peso la consuman. Ahora pasemos a
los beneficios :) Uno de los mayores beneficios que posee es que se trata de un
potente mejorador de nuestro sistema inmune. La miel es un carbohidrato de
calidad que brinda energía a nuestros cuerpos, especialmente cuando hacemos
ejercicio. La glucosa de la miel es absorbida rápidamente por el cuerpo dándole
energía inmediata. La fructosa de la miel es absorbida más lentamente y provee
una energía sostenida. Si por las mañanas se tiene esa desagradable sensación
de no tener ganas de nada, es buena idea endulzar una taza de té con miel o
untarla en una rodaja de pan para comenzar el día con más pila. La miel puede
utilizarse en cortes y quemaduras pequeñas ya que posee propiedades
antisépticas que inhiben el crecimiento de ciertas bacterias y que además
ayudan a mantener limpias las heridas, libres de infección. Además absorbe la
humedad del aire y promueve la curación. Las propiedades antibacteriales de la
miel ayudan a combatir dolores e infecciones de garganta. Una cucharada de miel
mezclada con leche caliente ayuda a quienes tienen problemas para dormir ya que
favorece la absorción del triptófano (precursor de la serotonina). ¿Qué tal
darle una cabida en nuestra alimentación diaria?
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