domingo, 26 de agosto de 2012

Veo, veo...

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¿Qué ves al mirar en el espejo? La imagen corporal o esquema corporal consiste en el conocimiento y representación simbólica global del propio cuerpo. Esta imagen se constituye por un componente perceptivo (precisión con la que se percibe el tamaño, el peso y las formas), un componente cognitivo-afectivo (sentimientos, actitudes, pensamientos que despiertan el propio cuerpo) y un componente conductual (conductas que se pueden derivar de los anteriores factores) que se encuentran interrelacionados entre sí. En general, la imagen corporal coincide con la realidad. En otras palabras, uno se ve tal como es. Claro, se puede tener una imagen corporal negativa por baja autoestima o por presiones de la sociedad en la que vivimos. Hay que tener en cuenta que la forma como la sociedad visualiza hoy en día la belleza ejerce una enorme presión en la humanidad en general. Sin embargo, esta presión es tanto mayor en las mujeres, a quienes se exige que sean de cuerpo adelgazado y esculpido. Para lograrlo, muchas se vuelcan a dietas, programas de ejercicios, cirugías y productos ofrecidos por laboratorios. Pero, a veces, el precio de la delgadez se paga en términos de salud mental y es allí cuando la imagen corporal no coincide con la realidad, es allí cuando se produce una distorsión entre lo que se piensa que es y lo que realmente es. Es como si estas personas se vieran en esos espejos que agrandan la figura, de esos que tanto gusta a la gente en los parques de diversiones. Pero no es ninguna diversión para quien sufre de una distorsión de la imagen corporal. De hecho, esta distorsión de la imagen corporal es la que lleva a los trastornos alimentarios. ¿Qué factores influyen en que la imagen corporal se distorsione? Las familias excesivamente protectoras, el rechazo de los cambios físicos asociados con la pubertad y/o la disparidad ente los valores sociales que se estimulan en la mujer y la experiencia real. Si una persona padece de distorsión de la imagen corporal, debe buscar la ayuda de psicólogos especializados en la materia. No es algo que se pueda cambiar a pura fuerza de voluntad. Es algo que se debe trabajar con profesionales capacitados. Para quienes no tienen una distorsión de la imagen corporal, pero sí una imagen corporal negativa: procuren no dejarse llevar por lo que la sociedad dice que es bello. La belleza viene en diferentes tamaños, texturas, colores, aromas y sabores. La vida es bella justamente por la variedad que ofrece, por la diversidad que nos rodea. No nos alienemos. Resaltemos la belleza de cada persona a nuestro alrededor, aún cuando no encaje con la moda del momento. Hagamos saber a los demás lo bellos que son… y hagamos lo mismo con nosotros mismos.

domingo, 19 de agosto de 2012

Trastornos de la Alimentación

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Existen varias formas de comer y la mayoría de ellas son aceptables ya que mantienen a las personas en un estado saludable. Sin embargo, existen desviaciones de la conducta alimentaria que a veces hasta se apartan de los límites racionales. Las anormalidades pueden darse tanto en la cantidad como en la calidad o la distribución de las comidas. Las más comunes son:
  • Anorexia: pérdida de apetito por culpa de alguna enfermedad. La persona no busca la delgadez. Al contrario, se siente mal por ella.
  • Anorexia nerviosa: negativa a comer. Se busca estar delgada por medio del control absoluto del apetito.
  • Bulimia: comer mucho volumen compulsivamente y en secreto.
  • Bulimia nerviosa: bulimia seguida de un acto compensatorio (purgativo –consumo de diuréticos, consumo de laxantes, vómitos provocados- o no purgativo –período de ayuno, consumo de anorexígenos, realización de actividades físicas extenuantes-).
  • Comilona: comer mucho volumen en una sentada. No necesariamente es compulsiva. Puede ser social, en eventos especiales.
  • Compulsión: una necesidad súbita e irresistible de comer algo.
De estos trastornos, los que más preocupación causan son la anorexia y la bulimia nerviosa, aunque no por ello se deba restar importancia a los demás. Con la llegada de la era de la informática, se ha hecho aún más fácil el acceder al mundo de estos trastornos. No son pocos los sitios web que glorifican el comer menos de lo mínimo indispensable y en los que se suelen dar consejos para mantener ese “estilo de vida” proclamándose princesas y príncipes seguidores de sus Reinas (Ana y/o Mia). Existe una página muy buena en la que se desmienten mitos propagados en dichos sitios web. La gran diferencia entre una y otra es que las personas que padecen de bulimia nerviosa suelen buscar la ayuda de un profesional de la salud; las que padecen de anorexia nerviosa, no. Esto se debe a que las personas anoréxicas no suelen percibir que tienen un problema. Ahora bien, ¿cómo reconocer cuando alguien cercano a nosotros padece de anorexia nerviosa? Los síntomas son variados: una súbita pérdida de peso, quejas frecuentes de sensación de frío, comentarios permanentes del estilo “Estoy gordo/a” cuando no lo está, se pesa con mucha frecuencia, cabello seco y opaco, uñas quebradizas, cambio de tonalidad en la piel, tres faltas consecutivas de período menstrual (en el caso de mujeres), falta de energía, se niega a comer incluso en presencia de amigos, inventa excusas como que ya comió o no tiene hambre, frecuentes idas al baño, viste ropas sueltas con frecuencia, se aísla de sus amigos y su familia… ¿Qué hacer si se sospecha de anorexia nerviosa? En primera instancia, se debe demostrar a través de palabras y de actos que se quiere y se respeta a la persona. Una forma de hacerlo es buscar ayuda profesional. Es imprescindible que estas personas reciban la ayuda necesaria antes de que sean irreversibles los daños causados a su cuerpo. Es muy importante además tratar de ser paciente y tomar cada día como se presente. Recordar que recuperarse de un trastorno de la alimentación lleva su tiempo. Para la persona que acompaña el proceso es recomendable buscar apoyo en su pareja, un familiar o un amigo cercano para poder hablar con alguien de la preocupación o de los sentimientos que acarrea el hecho de tener un ser querido preso de una desviación de la conducta alimentaria. El camino a la recuperación no es fácil, pero bien vale la pena transitarlo.

domingo, 12 de agosto de 2012

Del amor y otros delirios...

“El amor entra por el estómago” es la traducción al castellano de lo que mi abuelo solía decir en alemán y de lo que tenía escrito en su delantal mi mamá cada vez que mi papá venía a visitarla en su época de novios. En general, amamos a la persona que nos alimenta y la persona que nos alimenta lo hace por amor a nosotros. Es por eso que quienes cocinan para sus seres queridos suelen esmerarse por mejorar en tal arte. Es por eso que buscan recetas nuevas, sabores diferentes a los acostumbrados… o buscan repetir recetas que han gustado. Ahora bien, es cierto que por amor es que queremos dar lo que más les gusta a nuestros seres queridos. Pero, ¿no debería ser por amor también que queramos darles de comer platos que, además de ricos, sean saludables? Es por amor que debemos buscar no solo satisfacer el paladar, sino nutrir el cuerpo y así cuidar la salud.

domingo, 5 de agosto de 2012

Neuroplasticidad

Según Joe Dispenza, autor del libro “Desarrolle su cerebro”, las neuronas tienen la facilidad para asociarse y conectarse con muchas neuronas diferentes formando circuitos, pero también tienen la capacidad de encender y apagar los impulsos instantáneamente, a voluntad. Esto es posible gracias a su neuroplasticidad: la capacidad natural del cerebro para crear nuevas conexiones y circuitos neuronales, a cualquier edad. Esto quiere decir que no somos esclavos ni de sentimientos ni de pensamientos ni de hábitos. Podemos romper las ataduras en cualquier momento que queramos. Lo que se necesita para salir de la prisión que nosotros mismos nos creamos es tomar consciencia de este hecho importante: podemos cambiar… y empezar a hacerlo conscientemente, pasa a paso, comenzando por cambiar el foco de nuestra atención. Para poner un ejemplo: quizás tengamos la costumbre de decir “El lunes comienzo la dieta”, “El mes que viene empiezo el gym”, “Como demás cuando me pongo ansiosa”, “Estoy estresado, por eso fumo”, etc. Si conseguimos desarmar esos circuitos y armar unos nuevos que respondan favorablemente con respecto al objetivo de llevar una vida feliz y saludable, la tarea estará completa… siempre que nos mantengamos alertas, ya que los circuitos antiguos están latentes, esperando el momento oportuno para volver a activarse. No es que sea fácil hacerlo. Esos circuitos antiguos están bien arraigados por haber sido repetidos quizá durante años. Pero, si uno quiere cambiar, es posible hacerlo con un reemplazo progresivo de esquemas mentales enseñándole al cerebro respuestas distintas, creativas y novedosas para situaciones difíciles frecuentes. En los casos anteriormente mencionados, las respuestas podrían ser algo así como “Comienzo a comer saludablemente ahora”, “Empiezo a moverme más desde este instante”, “Hago ejercicios de respiración cuando me pongo ansiosa”, “Estoy estresado, por eso tomo clases de baile”, etc. Sea cual sea la respuesta, debe ser una nueva manera de encarar un viejo problema. Debe ser algo que nuestro cerebro no esperaba y algo que podamos mantener con el correr del tiempo. Algo que nos lleve a nuestro objetivo. Repitiendo la misma estrategia una y otra vez, las neuronas empezarán a conectarse entre sí creando un circuito neuronal nuevo, saludable, cada vez más fuerte. Recordemos que lo que pensamos reiteradamente y eso en lo que enfocamos nuestra atención es aquello en lo que nos convertimos desde el punto de vista neurológico. Si nos pensamos felices y saludables y si nos sentimos felices y saludables, seremos felices y saludables.

Memoria desmemoriada

La memoria es una función del cerebro y, a la vez, un fenómeno de la mente que permite al organismo codificar, almacenar y evocar la información del pasado. Es gracias a ella que podemos retener experiencias del pasado en nuestro cerebro y es gracias a ella que podemos recordar cosas que queremos hacer en el futuro. El hipocampo es la parte del cerebro relacionada a la memoria y aprendizaje. Aunque a ciencia cierta nadie sabe la capacidad de memoria del cerebro, puesto que no se dispone de ningún medio fiable para poder calcularla, las estimaciones varían entre 1 y 10 terabytes. Algunos científicos sostienen que tenemos la capacidad de almacenar en nuestra mente información equivalente a la de 10 billones de páginas de enciclopedia. Sin embargo, a veces, esta función/fenómeno del hipocampo falla. Es lo que me pasó la semana pasada y es por eso que no subí ningún post el domingo pasado. Lo siento mucho. A modo de disculpas, este domingo subo dos posts. Espero compensar así la falla de mi memoria :) Y ya que estamos en el tema, decidí investigar qué cosas mejoran la memoria y qué cosas la empeoran. Este post es el resultado de esa investigación. En personas sin ningún compromiso cerebral, las condiciones principales que afectan la memoria son los problemas emocionales (ansiedad, depresión, estrés, conflictos, baja autoestima), el envejecimiento, los problemas con el alcohol, los sedantes y otros fármacos, el sueño interrumpido, una dieta rica en azúcares, harinas refinadas y grasas malas y la falta de actividad física. De forma inversa, el tratar los problemas emocionales (ya sea con visitas al psicólogo o psiquiatra –dependiendo del caso- o probar diferentes métodos de relajación hasta encontrar uno que nos funcione a nosotros personalmente) y los problemas de adicción (en centros capacitados para tales efectos), procurar noches de descanso ininterrumpido, mejorar la alimentación (aumentar el consumo de avena, nueces, almendras, semillas, pescado, ajo y de los vegetales y las frutas en general y  disminuir el consumo de los alimentos ricos en azúcares, harinas refinadas y grasas malas) y tener una rutina diaria de ejercicios físicos mejora la memoria. El cerebro es un órgano que, como todos los demás, necesita estar activo para ofrecer un rendimiento adecuado a sus posibilidades. Si no se ejercita, disminuye su capacidad para pensar y recordar. Según los expertos, la mayor parte de la memoria de las cosas lejanas es guardada de una forma visual, más que en palabras. Por ejemplo, si perdemos las llaves del coche, es bueno pensar en la imagen de uno mismo cerrando el coche y luego ver qué hizo a continuación. Hacer crucigramas, recordar detalles de una película o de un libro o recordar lo que se ha desayunado o qué ropa llevaba cierta persona en tal ocasión, etc. son maneras de ejercitar la memoria. Larry Katz, creador de una rutina de ejercicios especiales para el cerebro, recomienda la neuróbica. Estos ejercicios consisten en la inversión del orden de algunos movimientos comunes en nuestra rutina diaria, lo cual altera nuestra percepción (sin por ello alterar nuestra rutina). El desafío de la neuróbica es hacer todo lo contrario a los actos automáticos, obligando al cerebro a un esfuerzo adicional: usar el reloj de pulsera en el brazo contrario al que siempre se usa, caminar de adelante hacia atrás por la casa, vestirse con los ojos cerrados, estimular el paladar probando comidas diferentes, leer o ver fotos al revés concentrándose en detalles en los cuales nunca había reparado, poner el reloj ante un espejo para ver la hora al revés, cambiar el mouse de la computadora para el otro lado de la mesa, escribir o cepillarse los dientes usando la mano izquierda (o la derecha en caso de ser zurdo), hacer un trayecto diferente al habitual camino al trabajo, introducir pequeños cambios en sus hábitos, hojear alguna revista y buscar una foto que le llame la atención para luego pensar en 25 adjetivos que describen la imagen o el tema fotografiado, intentar identificar los ingredientes que componen el plato que se está consumiendo y concentrarse en los sabores más sutiles, intentar calcular cuántos están en el lado derecho y cuántos en el izquierdo al entrar en un salón muy concurrido y/o fijarse en los detalles de la decoración y enumerarlos con los ojos cerrados, seleccionar una frase de un libro e intentar formar una frase diferente usando las mismas palabras, probar a jugar algún juego o actividad que nunca antes se haya practicado, comprar un rompecabezas e intentar encajar las piezas correctas lo más rápido que se pueda cronometrando el tiempo (y repetir el ejercicio para ver los progresos en la velocidad), tratar de memorizar la lista del mercado, consultar el diccionario para aprender una nueva palabra por día e intentar usarlas en conversaciones diarias, escuchar las noticias de la radio y la televisión al momento de despertarse para más tarde hacer una lista mental con las más destacadas, al leer una palabra pensar en otras cinco que comienzan con la misma letra… Esos son solo 20 de los ejercicios mentales que podemos hacer para mejorar nuestra memoria y bien nos vale a todos poner a ejercitar nuestras neuronas.