domingo, 24 de junio de 2012

Alimentos funcionales

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La tendencia actual en Nutrición es acentuar la importancia de los hábitos diarios de cada persona, eligiendo racionalmente los alimentos basándonos no sólo en la composición nutricional de los mismos sino también en sus propiedades. Ya no se trata únicamente de reducir los alimentos cuyo exceso puedan ser perjudiciales para nuestra salud (lo cual, de por sí, es buenísimo), sino ir más allá en busca de aquellos alimentos que tengan beneficios para la salud y que, incluso, ayuden a retrasar la aparición de algunas enfermedades. El interés por los alimentos que promueven la salud data de tiempos antiguos. Sin embargo, nos concentraremos en los esfuerzos más recientes en la historia de la humanidad. En la década de los 30 del siglo pasado, el Dr. Minoru Shirota se convirtió en la primera persona en el mundo en lograr el cultivo de una cepa de bacterias lácticas beneficiosas para la salud humana. La bacteria fue nombrada Lactobacillus casei Shirota y es la que se utiliza en la bebida láctea fermentada Yakult (palabra compuesta del Esperanto, propuesta de idioma universal creada por el polaco Zemenhof, que significa yogurt). Esta bebida fue desarrollada bajo el concepto de Medicina Preventiva, el cual establece que en lugar de curar las enfermedades cuando estas ocurren, es mejor prevenirlas para que de esta forma el individuo goce una salud larga y duradera. La idea es que las bacterias del Yakult ayudan a promover el crecimiento de lactobacilos y bifidobacterias benéficas mientras suprimen el crecimiento de las bacterias nocivas, lo que hace que el ambiente intestinal mejore y sea mantenido en buena condición. Así nació un alimento funcional. Pero no fue sino hasta 1984 que se acuñó este término por primera vez. ¿Qué es un alimento funcional? Es un alimento natural en el que uno de sus componentes ha sido mejorado mediante condiciones especiales de cultivo, un alimento al que se ha añadido un componente para que produzca beneficios, un alimento del cual se ha eliminado un componente para que produzca menos efectos adversos sobre la salud, un alimento en el que la naturaleza de uno o más de sus componentes ha sido modificada químicamente para mejorar la salud, un alimento en el que la biodisponibilidad de uno o más de sus componentes ha sido aumentada para mejorar la asimilación de un componente beneficioso o cualquier combinación de las posibilidades anteriores. En síntesis, es un alimento que al llegar al consumidor posee un componente específico que cumple una función beneficiosa en su cuerpo. Estas funciones abarcan desde un mejor crecimiento y desarrollo en la primera infancia hasta la defensa contra el estrés oxidativo (o, lo que es lo mismo, una terapia anti-age). Ahora bien, ¿cómo identificar un alimento funcional? Algunos de los componentes de los alimentos funcionales son: el aceite de oliva, ácidos grasos omega-3, los fitoesteroles, las isoflavonas, el licopeno, la fibra dietética soluble, los probióticos, los prebióticos. Alimentos que contengan alguno de estos componentes de seguro lo van a declarar en sus etiquetas. ¿Cuántos alimentos funcionales ya estabas consumiendo cotidianamente sin saberlo?

domingo, 17 de junio de 2012

Vida mas activa :)

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Estamos viviendo en una era sedentaria. De eso no hay duda. Es una paradoja. A la vez que se va tomando mayor conciencia de la necesidad de movernos y de las razones detrás de esta necesidad, hay cada vez más personas sedentarias. ¿Por qué se da esta situación? Mucho tiene que ver con las comodidades de la vida moderna: para movilizarnos disponemos de vehículos motorizados (llámese moto, auto, bus, tren, barco, avión o lo que sea), si queremos un alimento de cierto restorán tenemos la opción del delivery (lo cual es así también en muchos lugares para las compras en los supermercados), para subir o bajar pisos en un edificio existen los ascensores, los trabajos se han vuelto cada vez menos de campo y cada vez más de oficina… Razones son múltiples y varias. El punto es que no nos movemos. Lastimosamente, nos hemos vuelto perezosos. Digo lastimosamente porque moverse trae consigo muchísimos beneficios, tanto para la salud física como para la emocional. Ahora bien, llevando una vida sedentaria, la idea de empezar a hacer ejercicios no es muy atrayente. Es más, es algo que inspira hasta repulsión. Preferimos mantener el status quo, seguir sedentarios. Rompamos ese esquema. Quizás no podamos unirnos a un gym y pasar horas a la semana sudando allí. Quizás no podamos comprarnos un aparato de ejercicios para sudar en casa. Quizás no tengamos el tiempo para ir al parque a caminar, trotar o correr por media hora diaria. Nada de esto es excusa para no movernos más. ¿Por qué? Porque movernos más está en nosotros. Se considera que incluso niveles bajos de actividad, acumulados a lo largo del día, pueden ser beneficiosos para la salud. Así, podemos comenzar con cosas sencillas: dejar el auto en la parte más alejada del estacionamiento, bajarnos del bus unas cuadras antes de nuestro destino, no usar los vehículos para distancias cortas, preferir las escaleras a los ascensores, caminar hasta la otra oficina en vez de mandar un mail o llamar por teléfono a nuestro colega, tomar un breve descanso de 5min por cada hora que se permanece sentado para caminar un poco y/o estirarse, poner una música que nos inspire movernos y bailar a lo largo y ancho de la casa, pasear al perro, regar las plantas del jardín con regaderas en vez de la manguera, hacer las compras a pie… El objetivo es romper con el sedentarismo. Cualquier movimiento es mejor que ningún movimiento. Aumentando progresivamente los movimientos diarios, nos daremos cuenta de que nos sentiremos con más energía. Sin mencionar que estaremos ayudando a nuestro cuerpo a gastar más calorías ;)

domingo, 10 de junio de 2012

Diets don't work

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Las dietas no funcionan. Al menos, no de por vida. Veamos las razones detrás de esta afirmación. La primera razón es que ninguna de las dietas de moda es sostenible a largo plazo. Ocurre que la mayoría de las dietas de moda implican una modificación drástica en la alimentación diaria de uno. Un cambio drástico se puede mantener a corto plazo, pero no es eficaz para mantener el peso saludable a largo plazo. Tarde o temprano, sin importar cuánta fuerza de voluntad tengamos, volveremos a los viejos hábitos. Esto es porque no ha habido un cambio real. Hubo un cambio temporal hasta llegar a una meta. ¿Y qué pasa cuando volvemos a la misma rutina de siempre? Subimos los Kilos bajados… a veces incluso más. Existen personas increíblemente voluntariosas que logran mantener por mucho tiempo esos cambios drásticos e igual empiezan a subir de peso o, al menos, no bajan más después de cierto punto. ¿Qué pasó? No acompañaron los cambios dietéticos con cambios en su estilo de vida (llevar una vida físicamente más activa, dormir la cantidad de horas necesarias, etc). Muchas dietas son incluso peligrosas de mantener a largo plazo ya que carecen de nutrientes esenciales para nuestro cuerpo. Es el caso de las dietas de un solo alimento, por ejemplo. Otras tienen los nutrientes necesarios, pero no en la cantidad necesaria. Son planes alimentarios incompletos en cantidad y/o calidad. No son buenos para la salud. Otra razón por la que las dietas no funcionan es que no son personalizadas. Cada persona es un individuo único y singular con diferencias particulares. Una dieta puede funcionar para otra persona y no necesariamente funcionar para uno mismo. Cada persona debe prestar atención a qué alimentos le causan reacciones adversas, con qué alimentos se descontrola, qué horarios le hacen propenso a ganar más peso, cuándo tiende a darse atracones, qué alimentos puede permitirse de vez en cuando sin descontrol… Cada persona es un mundo aparte. No hay dieta diseñada para el público en general que pueda contemplar todas esas individualidades. Otra razón más es que muchas dietas tienen ingredientes caros. A menos que no nos preocupe en lo más mínimo el balance del presupuesto a final de mes, no podremos realizar esas dietas por mucho tiempo. ¿Una razón más? En general, las dietas de moda proponen metas imposibles de alcanzar. Obviamente, al no llegar a la meta, uno se frustra y deja de lado la dieta para volver a los hábitos anteriores. Ahora bien, no todo es malo con las dietas de moda. Si logramos aprender hábitos nutricionales saludables aplicables a nuestra vida diaria (“comer más vegetales frescos” sería un ejemplo) o encontramos nuevas recetas saludables que vamos incorporando a nuestro plan alimentario diario, no todo fue una pérdida. Sin embargo, lo que de verdad funcionan son los cambios paulatinos que hacemos en nuestro estilo de vida. Los hábitos alimenticios, de ejercicio (o la ausencia de ellos) y demás hábitos de vida que hoy en día tenemos fueron formando parte de nosotros gradualmente. Es así que el cambiarlos también debe ser un proceso gradual. Llevar una vida feliz y saludable es posible… un paso a la vez.

domingo, 3 de junio de 2012

Tierra limpia, alimentos limpios: conservación de energía

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La conservación de energía es el conjunto de actividades encaminadas a lograr una utilización eficiente y equilibrada de los recursos energéticos con el fin de evitar o reducir cualquier desperdicio. Quizá no podamos colocar paneles solares en nuestro hogar ni cambiar nuestro automóvil por uno híbrido, pero hay pequeños actos cotidianos que pueden tener grandes resultados si todos los ponemos en práctica. Lo mejor a la hora de comprar electrodomésticos es fijarse que tengan etiquetas de uso eficiente de energía. Poner el refrigerador en un lugar fresco evita que este deba trabajar de más para mantener los alimentos frescos. El lavarropas gasta menos en programas fríos y si se adecua la carga al tamaño del mismo. Secar la ropa al sol evita el empleo de las máquinas secadoras y, por tanto, de energía. Disminuir el uso de los pequeños electrodomésticos como la plancha, la tostadora, el secador de pelo, etc. tiene el mismo efecto. Es muy importante apagar los aparatos si no los estamos usando, siempre evitando el modo stand-by. Aprovechar la luz natural al máximo y utilizar colores claros en las paredes hace que encendamos menos la luz. Y hablando de la luz eléctrica, es bueno tomar la costumbre de apagar las luces que no estamos usando. Esto no solo baja el consumo de energía, sino que amplía la vida útil de las bombillas eléctricas. De paso, podemos pasarnos al uso de las bombillas de bajo consumo. Aunque sean más caras, duran más tiempo y, así, llegan a ser una inversión. Apagar la computadora y demás dispositivos electrónicos como routers, modems, impresoras e incluso celulares durante la noche. Una vez más, no solo se ahorra energía, sino que también se prolonga la vida útil de dichos aparatos. Preferir el uso de las computadoras portátiles en vez de las de escritorio ya que las primeras utilizan menos energía. Encender la calefacción y el acondicionador de aire solo unas horas al día teniendo en cuenta que la temperatura en los lugares cerrados no debería superar los 20°C en invierno ni bajar de los 24°C en verano. ¿Qué forma de conservación de energía pondrás en práctica hoy?